Todo me aburre, todo me parece vano y pasajero, nada me produce alegria.¿Acaso la vida puede retomarse cuando está definitivamente perdida? No, claro que no.Exhalo el insoportable tufo de la desesperanza, ahuyento a la humanidad embrutecida y conforme.Mi gesto, incluso cuando sonrio, denota un sofisticado cinismo, mi mirada dice que no soy feliz ni lo seré nunca, que la vida para mi es un sibilino fastidio, hasta cuando no debiera serlo.Hago ver claramente a los demás que no existe la felicidad.Ni la que les contaron, ni la que soñaron, y asi les incomodo, les obligo a mirar y reconocer el infinito tedio de sus vacias existencias.Mis ojos marchitan la idea de la vida. Y los demás se apartan o fingen no entenderme o me desprecian. Nadie perdona la incapacidad de vivir, nadie quiere que le recuerden que la vida tiene el más mínimo sentido.Aunque lo sepan o lo intuyan.Prefieren asumir la cobardía, adaptarse a la vulgaridad.Prefieren no ver ni ser vistos mirando al otro lado, seguir ocultos en sus miserias,ocupados en sus pequeñas vanidades, en sus templadas debilidades.